En enero de 2015
nos reunimos en Granada para celebrar el encuentro anual de la Asociación de
Críticos, Escritores e Investigadores de Flamenco, a veces referido como el congreso pequeño por la duración de sólo
dos días, en comparación con el congreso
grande o Congreso Internacional de Arte Flamenco, que se extendía de
miércoles a sábado inclusive. Ambos eventos tenían aspectos propios que los
diferenciaban en la estructura de los mismos, en los premios y en la afluencia
de congresistas, más numerosa en el
Congreso Internacional. Por otro lado, ambos eran nómadas, permítanme la
expresión, celebrándose a principios de año el congreso pequeño y el congreso
grande en septiembre.
Con la crisis
económica, la devenida falta de subvenciones dificultó la continuidad del
Congreso Internacional que, en los términos establecidos entonces, precisaba de
cierto presupuesto para cubrir gastos de cedés y libros para los congresistas,
como también actuaciones, almuerzos y cenas que más o menos en parte o en su
totalidad eran asumidos por organismos oficiales.
De alguna manera,
el momento económico del país también se dejó sentir en la previsión de futuro
para el congreso pequeño.
Igual que en el día
a día, a veces un contratiempo personal nos produce la sensación de que cuatro
gotas pasajeras nos van a impedir realizar un viaje, o de que el vaso está
medio vacío o de que ya no nos quiere nadie, la crisis económica cuestionó la confianza en el futuro de los
dos congresos porque además no se veía
gente joven en los mismos…
Con los vientos de
esas dos perspectivas se formó un nubarrón negro, negro, negro.
En Granada el congreso pequeño, que había sobrevivido
seis años a la última convocatoria del congreso
grande, respiraba un sentimiento de despedida, medio disimulada, que embargaba los ánimos
de algunos que solo veían el fin de una
trayectoria trabajada e ilusionada en los encuentros anuales de la familia
flamenca.
Quizás el
sentimiento del esfuerzo y de la ilusión que habían empleado durante tantos
años quienes convocaban estos encuentros, les llevó a conceder el trofeo A.C.E.I.F. “por su dedicación al Mundo del
Flamenco y a esta Asociación” a una
persona cuyo humilde mérito era su constancia en defender la importancia de esos encuentros y animar a
celebrarlos en su esencia de estudio y convivencia, con el convencimiento de
que la edad de los asistentes no debe condicionar la importancia de los mismos
y que, de natural, sólo se necesita dar a conocer lo bueno que se cuece para
que la mesa vaya ampliando el número de comensales.
Finalmente, en
octubre de 2016 en Puente Genil, nos hemos vuelto a reunir la familia flamenca
en un congreso renovado, para seguir
hablando del flamenco desde dentro del
flamenco. Esa es la característica principal que subyace a nuestros
congresos y que los distingue esencialmente de otros encuentros sobre flamenco.
Con la denominación
de XXXVIII Congreso Internacional de Arte Flamenco y un programa enunciado como "Puente Genil en la encrucijada del
flamenco", durante los días 14 y 15 se han desarrollado, a pleno rendimiento,
intensas actividades académicas de mañana y de tarde en el Teatro Circo de la
ciudad, recepciones oficiales, visitas a casas cuarteles de cofradías,
exposiciones fotográficas, cenas y actuaciones flamencas en el Salón “Fosforito” del Hotel Las Acacias y
visita turística para acompañantes.
El evento del reencuentro respiraba vitalidad, congratulación y futuro. El telón de fondo era
el homenaje al maestro “Fosforito” en su
propia tierra de nacimiento en la que, además de respirarse su influencia en el
devenir flamenco del lugar, existe el museo “Fosforito” del que, siendo difícil
expresar en pocas palabras la importancia del mismo, quizás lo mejor sea decir
¡que no se lo pierda nadie!
En cuanto a la
actividad académica, inaugurada con una magistral conferencia de D. Antonio
Fernández Díaz “Fosforito”, que por su contenido y estilo, también lo mejor que
se puede decir es ¡búsquenla donde pueda encontrarse y léanla! Se sucedieron
mesas redondas sobre “La importancia del Concurso de Córdoba de 1956 en el Arte
Flamenco”, “Puente Genil en la encrucijada del Flamenco”; ponencias “La poesía
flamenca de Juan Rejano en el contexto de la Generación del 27”, “Ricardo
Molina Tenor, flamenco y poeta”, “Puente Genil en el mundo de los festivales
flamencos”, “Nuevas líneas de investigación en el Flamenco”, “Estética en el
arte flamenco del enclave. La estética de lo jondo”; comunicaciones “El zángano
de Puente Genil en la creación personal y discográfica de “Fosforito”, “El
flamenco en Cervantes y su tiempo”, “La
Importancia de las peñas flamencas en el desarrollo y promoción del arte
flamenco”, “La saeta cuartelera de Puente Genil”, “La estética en el baile”, “Vindicación
de las artes de nuestra alma”.
El programa estuvo
tachonado por una proyección sobre Puente Genil, actuaciones académicas de
guitarra y de baile. Permitan una mención especial a la excelente
escenificación de “Nazareno y Olivares” “una aproximación a la vida y obra de “Fosforito”
La cena de clausura
cerró las jornadas del Congreso con una actuación de cante y guitarra.
El duende flamenco
disipó las circunstanciales dudas sobre los encuentros de la familia flamenca.