sábado, 5 de marzo de 2016

LA EXALTACIÓN DE LA SAETA


La saeta es conocida popularmente dentro y fuera de Andalucía. Surge como oración espontánea y anónima, cantada  en palo o quejío flamenco y se expresa en la intensidad de fe y sentimiento ante el paso procesional por las calles de una imagen de Jesús en su Pasión o de María en su dolor de Madre.

Es una devoción y es un arte cuya fuerza se extiende resonando en el ambiente. La fuerza  mística del duende saetero trasmite la emoción del abrazo que aúna fe y misericordia. El aire se convierte en cuasi místico para devotos y ajenos en cuanto se oye la plegaria de una saeta.

Con tradición especial en las ciudades y pueblos andaluces,  extremeños, y en general en todo el sur, se pueden oír también en cualquier otro lugar de España.  

Diversas Casas de Andalucía y peñas flamencas,  en las inmediaciones de Semana Santa celebran  una emotiva velada sobre la exaltación de la saeta. Revisten sus escenarios con “balcones”, cruces y velas que sugieren calles y plazas públicas, por donde discurrirán los pasos con El Señor o La Virgen camino del Calvario. Suele iniciarse en la tarde noche con un pregón poético, para continuar con la actuación de varios saeteros que entonarán sus cantes poniendo técnica y corazón. 

Esa audición es, a la vez, momento de oración compartida y homenaje a la tradición del pueblo llano que canta  su dolor y su esperanza ante La Madre y El Hijo quienes,   en su propio camino hacia la Cruz, ofrecen consuelo y protección a los que con fe se lo piden.

La velada de peña o de Casa de Andalucía, emotiva para devotos y flamencos, no la  podrían vivir con la misma intensidad  “propios” y ajenos al arte y a la tradición de la saeta, por razones obvias de cultura.

Sin embargo, no cabe duda alguna sobre el interés que podría despertar una velada de La Saeta,  en un escenario cultural para un público no entendido.

En ese ambiente, para sintonizar con el sentido profundo de la saeta, el escenario no debería mostrar  adornos que pudieran sugerir folclore; el pregón,  impregnado de poesía, debería leerse a media voz, sin aspavientos, y referir el origen de la tradición; los saeteros, buenos conocedores de los palos que entonaran, transmitirían especialmente  sentimiento. Cada saeta debería ser introducida por una voz en off que la presentara en sus características de estilo y de origen histórico;  sólo la  proyección estática para cada saeta de un paso con Jesús o con la Virgen  debería completar la escenificación, donde el saetero o saetera  entonaría orientado hacia la proyección del paso;   al lado del escenario, una banda de música municipal o cofrade  marcaría el final de cada saeta con una marcha tradicional.
 Esa velada cultural, incluso trascendería  la información  de arte e historia, pues, el duende propio del buen flamenco necesariamente trasmitiría el aire cuasi místico de la Saeta.