miércoles, 28 de febrero de 2018

Carta abierta al Presidente


  Hace unos días se me acercó una  persona, desde una mesa de un sindicato, que recogía firmas para protestar por la subida mínima  de las pensiones.  Me miró asombrado porque yo no firmé y le dije que claro que estaba perjudicada,  pero que me quejaba de otra manera.

  Más tarde le escuché a usted, señor Presidente del Gobierno, hablando sobre las pensiones en una rueda de prensa. Su discurso fue coherente desde la realidad de las posibilidades según las finanzas.

  Es evidente que, tanto en un caso como en el otro, los contextos que se expresan sólo pueden generar parches que lógicamente no son la solución.

  Si los Presupuestos del Estado se repartieran  equitativamente entre las necesidades de los ciudadanos, sin las escandalosas prerrogativas públicas  existentes para funcionarios y políticos,  todos seríamos conscientes de los problemas reales y nos comprometeríamos en encontrar las soluciones viables para un estado de bienestar real.  
     
  Mientras existan privilegios  administrativos para funcionarios y políticos, especialmente estos últimos lucharán entre sí, porque cuanto más poder más privilegios, y los de turno, unos mejor o peor que otros, repartirán para los ciudadanos comparsas las migajas que queden, algunos incluso coaccionando a sus votantes.

  ¿Por qué la seguridad social diferencia su atención  entre los ciudadanos “comparsas” y los funcionarios? ¿Por qué un escaño en el parlamento inmuniza y asegura nóminas y suplementos a quienes utilizan ese escaño para estar al servicio de los que más mandan en el partido, aun a costa de mentir y de convertir el arco parlamentario en un circo? ¿Por qué tener un cargo en el gobierno asegura, de por vida,   una jubilación de oro con privilegios incluidos? ¿Por qué las autonomías, en lugar de vigilar por el respeto a las características de cada región dentro del derecho de todos los ciudadanos  al estado de bienestar, se convierten en reinos de taifas que aumentan de forma absurda los Presupuestos del Estado y utilizan la coacción de votos  parlamentarios para llevarse el dinero?

   Si ese increíble desbarajuste desapareciera y, los derechos y deberes nos ampararan a todos por igual, si el mutuo respeto y sentido común fueran intocables en un estado de derecho, seguro que todos nos implicaríamos en las posibilidades  y objetivos comunes reales, dejando las cuestiones ideológicas y objetivos particulares en sus ámbitos lógicos.

  Es evidente que si un gobierno intentara desmontar, con  sentido común y coherencia, el sistema de privilegios para funcionarios y políticos frente al resto de ciudadanos convertidos en comparsas, encontraría grandes dificultades. Pero usted ya ha lidiado grandes dificultades, el objetivo planteado en este escrito merecería todo su esfuerzo.