domingo, 6 de diciembre de 2015

CUENTO DE NAVIDAD



CUENTO    DE    NAVIDAD



Es Diciembre, mes de halo especial, que en mi corazón intensifica la luz y el color de íntimos sentimientos.

Cuando era niña, mis papás se las ingeniaban para que la carne  no faltara en la cena de Nochebuena. Era carne congelada que compraban en el mercado de La Boquería. Me acuerdo de haber acompañado alguna vez a  mamá a la carnicería. ¡Qué alegría mostraban mis padres al comentar entre ellos que podían comprar carne, aunque fuera congelada! La yaya Amparo cocinaba una gallina el día  de Navidad, que habían adquirido viva, pero que sólo ella se atrevía a prepararla.

Los días previos a  Navidad, papá  montaba el pesebre con ilusión y la suma de las piezas que, año tras año, adquiríamos en una pequeña  tienda  especializada, cerca de la Plaza Real. Era un pesebre sencillo, pero con mucha imaginación y muy bien estructurado. Nos hablaba siempre de cómo lo hacía cuando era niño,  que incluso él mismo moldeaba figuritas con barro y  que era un pesebre muy grande.

En Nochebuena íbamos todos a  Misa del Gallo; yo también iba muy contenta aunque, en algún momento, me quedaba medio dormida. Luego en casa comíamos turrón, a mamá le gustaba el de almendra duro, pero también había de jijona y mazapán de Cádiz; yo los probaba todos, aunque prefería mejor los dos últimos. Entonces, cantábamos los villancicos; especialmente recuerdo con qué sentimiento papá  entonaba  y me enseñaba a cantar Noche de Paz.
  
Eran tiempos de pobreza económica, pero la fe, la alegría,  el sentimiento y la dignidad señoreaban en nuestra humilde vivienda.

Han ido pasando los años. Siempre he mantenido el espíritu de La Navidad que me transmitieron mis padres, sin que vicisitudes adversas de mi entorno lo hayan mermado en lo más mínimo.

Estos días de Luz especial, ellos me acompañan en cualquier circunstancia que viva. Por eso, las lágrimas de mis ojos, si las hay, nunca significarán tristeza, sino agradecimiento por todo lo que me transmitieron y me dieron. Sé que están conmigo, aunque sea de forma distinta.

El Creador, que es Padre de todos y conoce mi corazón, me ha concedido el privilegio de que Diciembre  celebre en sus días el Nacimiento de Jesús, el nacimiento de mi hijo y el mío propio;  además que yo comparta uno de los más bellos nombres de María.  Al mismo tiempo, papá partió de este mundo  la última noche del año; la yaya Amparo lo hizo ocho días antes en la Nochebuena del mismo año y mi hermano Ángel el día de mi santo  bastantes años después.

Diciembre representa  para mí  el símbolo del ciclo de la vida en este mundo, que recibe el Mensaje de Paz y de Esperanza que nos llega desde la Dimensión de La Luz:  aunque se hayan ido seguimos unidos en el Mensaje de La Navidad.



He querido dejaros por escrito, queridos hijos, mi propia vivencia de La Navidad, por si vuestros caminos dejan de recordar lo que con tanto amor os quise transmitir desde niños.

miércoles, 7 de octubre de 2015

LA CAVERNA ACTUALIZADA

                 
                                         
             
Disculpen que me salga del guión, que no abunde sobre los discursos  eslóganes que respiramos, que nos inundan, que nos adormecen. Que no vote incondicionalmente a partido alguno y que no me avergüence confesar que lo primero que hago,  cada mañana, es abrir de par en par mi ventana y que, al tiempo que recreo la vista en el horizonte  y en el firmamento, doy gracias por haber recibido la vida y espero luz para caminar.

Comentaré que, en momentos puntuales, se percibe  como un adiós  a situaciones referenciales de la estabilidad social de nuestra época. Puede ser al observar la alegre y desenfadada convivencia en el fin de fiestas de un pueblo  o en la entrevista televisada a un significativo personaje de momentos no lejanos que, exento de acritud, analiza procesos sociales actuales, apuntando objetivamente el origen de los mismos, su desarrollo y  previsible futuro, sin que para ello el entrevistado se someta a las formas de estar o de vestir de un marketing impersonal o carnavalesco.

Esta observación podría producir, en la falsa progresía, grotescos comentarios de inmovilismo. Pero es una progresía falsa, condicionada por el monolítico discurso eslogan anti todo, que se propaga ideológicamnte en forma de crítica social. 

En realidad, ese discurso eslogan evidencia  una manipulación estructurada sin ideología, sin principios y sin fines, excepto el enriquecimiento, poder y salvaguarda de quienes los abanderan, como en río revuelto, a costa de los ciudadanos.

Hombres y mujeres, cansados y desorientados por la creciente irresponsabilidad y rifirrafes ideológicos, intencionadamente desestabilizadores, de tantos políticos, que confunden la administración con un asalto al poder para propio lucro, han empezado a escuchar los cantos de sirena de jóvenes inexpertos y de aprovechados al acecho, en lugar de exigir absoluta seriedad y colaboración constructiva, desde el sentido común,  en la administración pública.

En esa olla de grillos todo vale, excepto la experiencia y el respeto. Así ocurre que, las situaciones referenciales de estabilidad de nuestra sociedad, no evolucionan culturalmente si no que se diluyen en un devenir caótico, propulsado por quienes aprovechan la oportunidad para disfrutar ellos mismos de aquéllo que criticaban, con agresiva exhibición de sus propias imposiciones.   

Esos nuevos mandatarios, que en su  mayoría se instalan en las administraciones públicas con pactos de conveniencia antinatura de grupos o grupúsculos, prescindiendo de lo que haya votado el mayor número de ciudadanos, encauzan su gestión en el nepotismo, vulneran las tradiciones más populares, se asignan nóminas iguales o superiores a las que ellos criticaban, desmontan a gusto propio gestiones aprobadas por sus inmediatos antecesores y pretenden transgredir anárquicamente leyes y derechos a su antojo y conveniencia.  

La necesidad absoluta  de reconducir la administración pública, con garantía de gestión objetiva  que salvaguarde los derechos constitucionales de los ciudadanos, no admite tamices oportunistas, ni siquiera el de la edad, porque la experiencia siempre es un grado.

A mi entender, es imprevisible en qué acabará el proceso en marcha, al margen del folclore con el que amenizan su asalto y que no es más que un intento de adaptar la Caverna,  aniquilando sentimientos de los ciudadanos, y obstaculizar iniciativas de crecimiento económico

Convendría recobrar el sentido común y el propósito inalienable de exigir a las administraciones públicas  la gestión objetiva, ética y transparente, de los derechos y deberes que recoge nuestra Constitución redactada democráticamente.

Los políticos experimentados, con declaración pública de sus equivocaciones pasadas, no deben permitir que condicionamientos chantajistas les impida ejercer con transparencia y firmeza sus responsabilidades.



jueves, 21 de mayo de 2015

QUÉ ES FLAMENCO


aproximación de una aprendiza

Podría decirse que es el sentimiento vital en su estado puro, expresado artísticamente en el cante, en el baile o en el toque de la guitarra, con un compás que marca el desarrollo  de ese grito del alma y elige el que lo expresa, según le dicte la fuerza interior llamada duende y cuyos cánones se recogen en los palos del flamenco.

Posiblemente ningún otro arte sea tan complejo en sus contenidos,  ni ofrezca tanta controversia en situar su origen en el tiempo o su procedencia geográfica, como tampoco en determinar los creadores de estilos o palos.

Las letras de los cantes, en su inmensa mayoría de origen popular, también presentan variaciones en sus temas, lo que viene a subrayar que el flamenco se identifica no sólo con sus intérpretes sino que también es el alma del  pueblo, en tanto que el pueblo canta, reconoce o hace propias las expresiones del sentimiento, sin necesidad de repetir  las letras exactas, pues éstas devienen lenguaje vivo, al mismo tiempo  que recogen en su elenco la diversidad del sentimiento humano más básico a la madre, al amor, al trabajo, a las costumbres vivas  de los pueblos, a la religión, a la justicia y a todo lo que, de hecho, hace vibrar a la persona humana.

Podríamos decir que el flamenco es depositario, como ninguna otra manifestación artística, de la cultura en la que se desarrolla.

En ese contexto, se diría que el campo de cultivo natural del flamenco es la tertulia familiar y las reuniones de amigos que luego regalan, exhiben o rentabilizan sus frutos, al ser solicitados para deleite de aficionados en fiestas, cafés, tablaos, grandes escenarios…

Se trata de un arte que, en muchas ocasiones, se comparte generalmente desde la infancia, sin que siempre sea así, y sin que necesariamente trascienda más allá de entornos más o menos familiares o próximos la fuerza innata que va aflorando, de forma natural, en nuevas voces del flamenco.

Por esa forma, podría decirse que familiar, de compartir o de vivir el flamenco, a veces tampoco trasciende significativamente de unas provincias a otras la popularidad de nuevos artistas, si no les respalda un representante interesado en promocionarles.

El acentuado márquetin que actualmente  conllevan las representaciones neutraliza, aún más, el valor de las figuras que no disfrutan de esos privilegios, aunque entre éstas se pueda encontrar flamencos o flamencas que en humildes tablaos sean capaces de arrancar lágrimas de emoción a toda la afición presente.

La globalización generalizada que se promueve en la sociedad actual, desvía la atención de ciertos sectores de aficionados que, fijándose únicamente en la oferta del márquetin, ignoran que el arte flamenco, por su propia idiosincrasia de grito del alma, continúa germinando más allá del mercado conocido, en la sangre de familias, en el corazón que late al compás sin saber por qué  y en el alma del pueblo. Es cuando aparece la nostalgia y el pesimismo infundado creyendo que “el flamenco se acaba”, llorando a los que se fueron y contado con los dedos los que ofrece el mercado. 

Pero no sólo la investigación del flamenco resulta compleja en sus diversos aspectos, según hemos ido apuntando.

En las sensibilidades de los aficionados puede encontrarse desde los que tienden a valorar más la técnica que el duende, que  son los que prefieren que en las veladas flamencas no sólo no falte la soleá y la siguiriya sino que esos cantes absorban la mayor parte del tiempo interpretando letras y más letras del mismo palo; mientras que otros disfrutan de cualquier palo siempre que esté entonado con auténtico duende. 

Muchos consideran una amenaza para el flamenco las nuevas tendencias de fusión o de ritmos conocidos como flamenkitos, sin reparar que se trata de  técnicas y derivaciones que nada tienen que ver con el flamenco puro como arte aunque, lógicamente tengan su público.


A decir de muy entendidos, las nuevas tecnologías de reproducción facilitan las imitaciones, sin generar necesariamente recreaciones naturales propias de transmisiones sin el documento que contiene la grabación. Lo que no es óbice para intuir que el duende y el genio creador no pueden estar en extinción, como no lo está el sentimiento humano, a pesar de las apariencias.

domingo, 8 de marzo de 2015

8 D E M A R Z O



Permítanme que hoy, que el calendario señala como Día de la Mujer y en los medios abunda el recuerdo histórico de mujeres que iniciaron la lucha activa contra la desigualdad laboral,  manifieste mi opinión sobre la leve y lenta incidencia de la celebración de este día, que en general no se detiene, por otra parte,  en señalar concretas y extendidas prácticas de explotación actual, por ejemplo, en algunas empresas de servicios.

Pero siendo ésa una grave situación  fácil de solucionar, si quienes debieran penalizarla no miraran hacia otra parte, la auténtica raíz del problema y de la solución a la utilización funcional de la mujer, está en no ser o en ser consecuentes con frases y eslóganes que hablan de igualdad y de “tolerancia cero”.

Los discursos sobre la histórica desigualdad laboral casi levantan ampollas cuando, por ejemplo en estos momentos, hay agencias que contratan oficialmente a señoras de limpieza reconociendo oficialmente sólo la mitad, o menos, de las horas que trabajan y les pagan a escandalosos bajos precios.

Por otro lado, la desigualdad  laboral tiene su caldo de cultivo en el papel políticamente correcto de sumisión y de florero al que, aún hoy, se relega a la mujer en  círculos sociales donde no sólo no cuenta su opinión sino que también está mal visto que la exprese. 
  
Por ejemplo, en algunos ambientes de flamenco, desde luego no en todos,  sin venir a cuento, pueden decir frases como que “las mujeres deben estar en las discotecas” y que “si alguien no quiere integrarse en la “cultura tradicional”  toda una agrupación le dará la espalda”; donde se pide el debido respeto de silencio en las actuaciones, pero nadie hace alusión a la gravedad de que todavía se pueda oír, en algunas veladas, cantes que hablan de la mujer como puro objeto de posesión.

En ese contexto, es lícito preguntarse si no es normal que las mujeres estén menos valoradas que los hombres en  empresas que sólo buscan rentabilidad, aunque sea a falta de ética, cuando en círculos sociales el trato es discriminatorio y vejatorio.

Tal vez el 8 de Marzo tendría coherencia y mayor eficacia si, los recuerdos históricos, las comidas y manifestaciones que habitualmente se celebran en este día se completaran, progresivamente, con denuncias en los medios  de fehacientes ejemplos actuales.

A veces hay que hablar en voz alta porque, ya no estamos en grutas prehistóricas de remotas montañas.

Inmaculada Pantoja

lunes, 2 de febrero de 2015

GOBIERNOS DEMOCRÁTICOS




Cuando afirmamos que nuestros gobiernos son democráticos, en realidad no estamos hablando en sentido estricto.

El concepto democracia sustenta la idea de que el poder está en el pueblo. Sin embargo, la misma sociedad hace inviable esa posibilidad, soportando de forma pasiva los espectáculos  carnavalescos de las campañas electorales y participando, por inercia psicológica, en elecciones de representantes de los intereses de poder de los diversos partidos, más que representantes de intereses administrativos comunes a la población.

Una vez consumada la fiesta de la democracia, es decir las elecciones, lo que en realidad se ha hecho es un barrido del escenario de poder “democrático”, en el que cuatro pinceladas de color amañarán unos guiones primero para el autobombo de los intérpretes “ganadores”, segundo para poner continuas zancadillas a los intérpretes “perdedores” y tercero para echar de vez en cuando algunas migajas de adormideras al pueblo.

No es que todos los representantes del pueblo sean perversos en sí. Tampoco es que la democracia sea una simple utopía. Lo perverso es el diseño que tenemos para gestionar la democracia, que imposibilita la auténtica implantación de la misma, facilita la utilización del poder para favorecer la ideología de los de turno, produciendo, al mismo tiempo, inestabilidad social.

Una vez el pueblo, convertido en comparsa, ha pasado por las urnas, es decir, cuando ha terminado el primer acto, hay un arreglo de escenario para el segundo acto. Este consta de diversos apartes en los que algunas o muchas de las conversaciones son secretas, pues, en ellas se negocia parcelas de poder a la luz de intereses personales y de partidos, a cambio de compra y venta de votos para conseguir  mayorías para administrar al pueblo, pero sin el pueblo.

En ese contexto de poder por el poder, en el que el pueblo ya no es protagonista, sino pedigüeño molesto, no es extraño, sino todo lo contrario, que se genere corrupción.

Siendo la democracia la forma idónea para velar por los intereses comunes a todo el  pueblo, ha devenido inviable por las alienantes campañas electorales y por la formación de gobiernos formados contra natura democrática.

No es que todos los gobiernos se formen con orientación malsana, la estructura de formación es malsana.

Tomar en serio el concepto democracia, comporta proceder fielmente según su significado.

Las campañas electorales deberían limitarse, exclusivamente, a facilitar el máximo de información verídica del programa propuesto por cada partido.

La formación de los gobiernos no debería contemplar la posibilidad del mercado de votos, porque los votos en realidad ya los ha marcado el pueblo. Si el pueblo ha dividido sus votos, nadie en auténtica democracia puede alterar esos votos. El gobierno electo debería estar compuesto teniendo en cuenta porcentualmente la decisión del pueblo.

De esta forma, con información auténtica en las campañas y gobiernos de votos porcentuales, se evitaría la corrupción y la democracia sería posible.  


La democracia ya no sería la máscara que preside el teatro de la manipulación sino el aire y la energía que genera bienestar.

Inmaculada Pantoja