Solía leer
la prensa a primera hora de la mañana,
al llegar a mi despacho, con la intención implícita de estar al día y ser
consciente de mis derechos y obligaciones como ciudadana y emprendedora.
Hacía tiempo
que había observado ciertas manipulaciones aplicando “calificativos
ideológicos” a informaciones ofrecidas, por unos u otros rotativos. Incluso
pensé en realizar una tesis doctoral, lógicamente con tratamiento científico sobre el tema, que
no pude realizar por mi necesaria dedicación, en aquella época, a otras
importantes obligaciones, como mi trabajo y mi responsabilidad de madre de familia.
También fui
pasando de mirar las fotografías periodísticas, por evidenciar simples montajes
orientados a manipulación informativa.
El paso
siguiente en mi autoestima de información veraz, fue no renovar mi suscripción
a diario alguno; seguidamente dejé de
comprar prensa y sólo, de vez en cuando, al tomar café fuera de casa, busco
alguna cabecera que ofrezca la “agenda del día” de la ciudad y poder hilvanar
algún que otro título de artículo para tomar el pulso de la actualidad social,
es decir, los cauces abiertos por los que empujan a los ciudadanos,
convirtiéndolos en comparsas despistados y sufrientes de intereses ajenos a los mismos.
Pero en el
camino de la vida, encontramos otras
puertas falsas que utilizan conceptos vacíos de su significado, los llenan con el
ruido de la confusión y empujan, con engaño, a entrar en el ruedo de lo insulso
donde pululan una suerte de “tertulias” que pretenden análisis políticos
cuando, en su mayoría los que intervienen, siendo voces de sus amos, en lugar
de aunar el sentido común y denunciar sin ambages mentiras y abusos
inadmisibles en la política, van entrando en el trapo y convierten en simples
chascarrillos abusos inadmisibles, concediéndoles de esta forma rango de
aceptación implícita en la sociedad, convirtiéndola en comparsa necesaria para
esos abusos.
De otra
manera, no se entendería los contextos de postureos y “venganzas” con patente
de autor, malversaciones de fondos públicos en “caprichos de nuevo niño rico”
que confunde la esencia de gestora para llevar a cabo unas elecciones y la
fuente democrática del mandato electoral con el asalto más torticero al poder
democrático, fabulando por otro lado con méritos trufados de mentiras, cuyas
indignidades son incomparables a las “corrupciones” atribuidas impropiamente a
personas de toda dignidad, calificadas con juego sucio y sin vergüenza, de “indecentes”,
mediante cínico ataque de derribo.
A mí, que
defiendo la convivencia pacífica de diferentes ideologías dentro del mutuo respeto y de las reglas de juego
establecidas en la Constitución, considero indignante e inadmisible entrar en
el trapo de la mentira y la manipulación
para hacerse por asalto con el poder y que seamos capaces de convertirnos en
comparsas de ambiciones personales que tienen como espejo a Maquiavelo.
Es evidente la necesidad de no entrar en el engaño
del trapo, utilizar el sentido común y la inquebrantable defensa de las reglas
de juego para no estar al albur de la inmoralidad oportunista.
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