sábado, 13 de octubre de 2018

VASALLOS DE QUÉ “SEÑOR”


 Solía leer la prensa a  primera hora de la mañana, al llegar a mi despacho, con la intención implícita de estar al día y ser consciente de mis derechos y obligaciones como ciudadana y emprendedora.
   Hacía tiempo que había observado ciertas manipulaciones aplicando “calificativos ideológicos” a informaciones ofrecidas, por unos u otros rotativos. Incluso pensé en realizar una tesis doctoral, lógicamente  con tratamiento científico sobre el tema, que no pude realizar por mi necesaria dedicación, en aquella época, a otras importantes obligaciones, como mi trabajo y mi responsabilidad de  madre de familia.
   También fui pasando de mirar las fotografías periodísticas, por evidenciar simples montajes orientados a manipulación informativa.
   El paso siguiente en mi autoestima de información veraz, fue no renovar mi suscripción a diario alguno;  seguidamente dejé de comprar prensa y sólo, de vez en cuando, al tomar café fuera de casa, busco alguna cabecera que ofrezca la “agenda del día” de la ciudad y poder hilvanar algún que otro título de artículo para tomar el pulso de la actualidad social, es decir, los cauces abiertos por los que empujan a los ciudadanos, convirtiéndolos en comparsas despistados y sufrientes  de intereses ajenos a los mismos.
   Pero en el camino de la vida, encontramos  otras puertas falsas que utilizan conceptos vacíos de su significado, los llenan con el ruido de la confusión y empujan, con engaño, a entrar en el ruedo de lo insulso donde pululan una suerte de “tertulias” que pretenden análisis políticos cuando, en su mayoría los que intervienen, siendo voces de sus amos, en lugar de aunar el sentido común y denunciar sin ambages mentiras y abusos inadmisibles en la política, van entrando en el trapo y convierten en simples chascarrillos abusos inadmisibles, concediéndoles de esta forma rango de aceptación implícita en la sociedad, convirtiéndola en comparsa necesaria para esos abusos.
   De otra manera, no se entendería los contextos de postureos y “venganzas” con patente de autor, malversaciones de fondos públicos en “caprichos de nuevo niño rico” que confunde la esencia de gestora para llevar a cabo unas elecciones y la fuente democrática del mandato electoral con el asalto más torticero al poder democrático, fabulando por otro lado con méritos trufados de mentiras, cuyas indignidades son incomparables a las “corrupciones” atribuidas impropiamente a personas de toda dignidad, calificadas con juego sucio y sin vergüenza, de “indecentes”, mediante cínico ataque  de derribo.
   A mí, que defiendo la convivencia pacífica de diferentes ideologías dentro del  mutuo respeto y de las reglas de juego establecidas en la Constitución, considero indignante e inadmisible entrar en el trapo de la mentira y la  manipulación para hacerse por asalto con el poder y que seamos capaces de convertirnos en comparsas de ambiciones personales que tienen como espejo a Maquiavelo.
   Es evidente la necesidad de no entrar en el engaño del trapo, utilizar el sentido común y la inquebrantable defensa de las reglas de juego para no estar al albur de la inmoralidad oportunista.         


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