Almendro
decidió escribir un whatsapp a su muy ocupada hija:
“Te he mandado un e-m”
A veces recurría a este tipo de
aviso para asegurarse de que su mensaje sería leído en breve. Y es que, aunque
ambas disfrutaban de la “tarifa plana” del servicio telefónico Almendro, por lo general, prefería que fuera Alba, su hija, quien
tuviera la iniciativa de llamarla, porque así se aseguraba de que estaría de
buen humor, pues, Alba se había convertido en una mujer práctica sin grandes
concesiones a las relaciones familiares, porque el cariño ya debía sobreentenderse
y mucho menos le importaban las tradiciones,
de las que se preciaba “pasar” de ellas.
El correo que había escrito Almendro
para su hija decía así:
“Hola princesa, hola Curro,
El otro día me encontré con un buen amigo que no
tiene techo propio y acostumbra a caminar por los pueblos y las calles,
escuchando y hablando con las gentes. Se le puede encontrar en cualquier
parte y en cualquier momento. Siempre termina ganándose la simpatía, aunque
algunos le ignoran o incluso desprecian.
El otro día me dijo que no le gustaría
encontrarse sólo en las fechas que se avecinan y si sabía de alguna familia que
pudiera acogerle en cualquier rinconcito de su salón, que él incluso podía
dormir en el suelo, que se conformaba con que le sonrieran de vez en cuando y
que él también les sonreiría.
Disculpad mi atrevimiento, no sé cómo fue pero
pensé en vosotros. Os pido permiso para enviarle a vuestro hogar.
Como no tiene coche para ir hasta donde vivís,
intentaré hablar con algún camionero para que, con vuestro permiso, le acompañe
hasta vuestra puerta. Creo que llegará pasado mañana Viernes.
Perdonad mi atrevimiento, pero no he sabido
decirle que no y como sois tan amables…
Os envío mi cariño,
Mamá”
Alba contestó rápidamente a su madre con otro whatsapp:
“Estaba flipando, pero quiero creer
que se trata de una metáfora”.
Almendro no contestó a este mensaje.
A primera hora de la mañana siguiente sonó el teléfono fijo en su casa. Ella no tenía la menor duda sobre quién
llamaba. En efecto, era la voz de enfurecimiento mal disimulado de Alba:
-“Mamá,
ya te aviso de que en casa no entrará nadie. ¡Faltaría más! Ni Curro ni yo
permitiremos que entre nadie”.
-Pero hija, ¿tú piensas que tu madre
enviaría a tu casa a quien no fuera una
buena persona? ¿Pero es que no conoces a tu madre, Alba?
-¡Que no, que no! No permitiremos
que entre nadie en casa.
-Bueno hija, pues lo único que has
de hacer es cerrarle la puerta en las narices. Bueno bonita, tengo que salir. Te
mando un beso grande.”
Era la hora del almuerzo cuando sonó
de nuevo el teléfono en casa de Almendro. Tampoco ahora tenía la menor duda de quién estaba llamando. Esta
vez la voz de Alba sonó como medio mordiéndose la lengua:
-Maaamáaa…q ueee yaaa haaa llegadooo eel beléeen… Pero dice Curro que
está buscando en la caja y sólo están el Niño, María y José, que no encuentra la cueva.
-¿Así que habéis acogido a mi Amigo?
Veréis que no os molestará. No os olvidéis de sonreírle de vez en cuando, estad
seguros que Él también os sonreirá.
A media tarde Almendro recibió un
whatsapp, esta vez era de Curro:
“Muchas gracias por el Belén!!! Ya
lo tenemos presidiendo el hogar!!! Un beso. ”
Almendro le contestó con otro
whatsapp
“¿Veis? mi Amigo ya os ha
arrancado una sonrisa, nada más acogerle. ¡Y pensar que no me atreví a enviaros
la cueva!